Pasear por Riglos, dar la vuelta a sus mallos, es abrir la puerta a los recuerdos, los vividos y los leídos y adentrarse en la historia del pirineismo; y así, mientras mis pies recorren viejas sendas -largo tiempo dormidas a mi recuerdo- mi cabeza recuerda viejas lecturas: Historias de escalada. De éxitos y tragedias...
Las primeras tentativas de escalada en Riglos parecen ser de una cordada alemana de 1933, en competencia con la primera aragonesa de José Oltra, Olivan y Osma. En el año 1934 apareció una cordada inglesa y varias aragonesas, pero ninguna alcanzó el menor éxito. Es en 1935 cuando Jean Arlaud, con Jean Grelier y Piero Gliglione alcanzan una de las cinco puntas del Firé, dejando una cajita con tarjetas, es la todavía hoy llamada punta Buzón. Es tal vez a causa de la guerra civil que no hay documentadas ascensiones hasta el 17 de agosto de 1942, fecha en la que Mallafré con Blasi y Bou, alcanzan la punta más alta del Firé, que se llamó Punta de los Catalanes primero y Mallafré después, al morir éste. Los años siguientes son conquistadas las restantes puntas del Firé, así como los Mallos Gómez Laguna, Don Justo, el Tornillo y la Aguja Roja. Angel Serón, pionero en Aragón de la escalada moderna, fue el principal protagonista de estas escaladas. Mención aparte merece su la ascensión a la Peña Sola de Agüero, en 1947 acompañado de Millans y Lagüens, pues marca una evolución en la técnica de los escaladores aragoneses, que poco a poco se torna más depurada.
La primera ascensión del Mallo Pison, lograda el 1 de abril de 1946, nos fue "arrebatada" a los aragoneses por los catalanes Peyre, Panyella y Murguía, que bajaron de la senda al collado de la gigantesca aguja. Poco después, el mismo Panyella, en compañía de Casasayas, subió desde abajo, por la hoy clásica Pany - Haus. La cima del puro se convirtió en una trágica carrera entre escaladores aragoneses y catalanes. La primera víctima se produjo en la primera tentativa de ascensión, el 13 de junio de 1947: fue Mariano Cored de Huesca. En el curso de una tentativa posterior, en abril de 1950, se despeñó, por rotura de la cuerda tras un vuelo, Victor Carrilla que formaba cordada con Seron y Millan. Estos dramas frenaron las ansias por un tiempo y no es hasta 1953 que un grupo de zaragozanos dirigido por Manuel Bescos, intentan de nuevo esa cumbre todavía virgen. Otro grupo, este de catalanes (Panyella, Ayats, Salas y Rosich) tiene la misma ambición, unos y otros atacan, se retiran, suben un poco más... Tras dos ataques de ambos grupos, al fin, en el atardecer del día 14 de julio, la silueta de Manolo Bescós se perfila sobre la última cima virgen de Riglos, seguido por sus compañeros Alberto Rabadá y Angel López ¡Llevan tres días de escalada y deberán hacer otro vivac en la cumbre! Por desgracia, pocos días más tarde en uno de los descensos del Pison, al fallar la clavija de rapel, Manolo Bescos se mata también ante los ojos de su hermano José Antonio y Angel López. Todos estos accidentes motivaron que las autoridades prohibieran la escalada en Riglos (os recuerdo que era la época de las prohibiciones)…
1957, al precio de tres días de duros esfuerzos, A. Rabada, A. López. J. Díaz y R. Montaner, alcanzan el Pisón por su cara oeste: Está ya abierta la etapa de la alta dificultad. Ya nada detendrá a este puñado de escaladores aragoneses, a los que se unirán Ernesto Navarro, José A. Bescos, A. Lacasta, Julián Vicente y más larde Ursi Abajo, Jesús Ibarzo y otros…
...pero esa es otra historia que tal vez me venga a la memoria en otro paseo... La vuelta (corta) a los mallos es un bonito paseo de poco más de una hora que nos permite disfrutar de vistas espectaculares. Salimos del pueblo buscando el camino del mirador de los buitres. En escasos diez minutos llegamos aun cartel que nos indica el recorrido. Lo podéis ver aquí: (Texto basado en el libro La conquista del pirineo de Marcos Felíu)