Hay quien dice, y tal vez no le falte razón, que este es uno de los rincones mas fotogénicos del pirineo y puede que sea cierto: El reflejo del pico de Anayet sobre las aguas de su Ibón, asomarse hacia La Rinconada, el Midi -ese pico que no mucha gente sabe que fue un volcán- asomando por el norte, lo convierten en un paraje digno de visitar.
De las diferentes rutas que llevan hasta los Ibones a mí, la que mas me gusta, es la que arranca (precisamente) en la valla del artículo anterior y que de siempre se ha llamado Corral de las mulas. Tras "disfrutar" los 20 minutos de asfalto, y al llegar a los edificios de las pistas, a la derecha (norte) y casi en la orilla del rió han remarcado la GR11, comienzo real de la marcheta que hoy os propongo.
La senda progresa prácticamente sin desnivel, siguiendo la margen orográfica derecha del río Culivillas hasta cruzar el torrente que baja de los picos Culivillas y Royo. Poco a poco la senda, que en varias ocasiones cruza el torrente, gana desnivel hasta llegar a la cascada que baja del primero de los Ibones. Por su lado derecho (margen izquierda) remontamos los pocos metros que nos separan de la planicie donde se encuentran los ibones. Solo nos queda, tras hora y media (desde el final de la carretera) buscar un sitio donde disfrutar del silencio y las vistas:
Desafiante, la cara Este del Anayet se eleva orgullosa reflejando sus aristas en el agua del Ibón “grande”. A su izquierda, el Vértice, un poco mas alto y mas accesible que su hermano pequeño. Mirando al sur el pico Arroyetas. Si volvemos la vista hacia el Este las suaves lomas del pico Espelunciecha que nos invitan a subir. Y como no, al fondo, hacia el norte, asomando por encima del cordal de los picos Cularayet, Campanal de Aneu y la Forqueta, el Midi D’Ossau.
Y como premio, a la vuelta, el Balaitús.
Disfrutar.