En fin, no me quiero deprimir, así que a titulo de anárquico y desordenado resumen comienzo por apuntar (que ya habrá tiempo para desarrollar) lo que hemos hecho estos días.
Todas vacaciones que se presten (para Pirineos de Aragón) deben de incluir alguna visita a los pueblos. Este año, y aunque ya habíamos estado en varias ocasiones, nos acercamos con unos amigos (Santi y Pili) a ese microcosmos que es el sobrepueto y les descubrimos Cillas, Cortillas, Escartin...y una vez mas, casi repetido como un mantra, al salir del valle, vimos el atardecer desde Susin. También visitamos, en uno de esos días Kay Guarnay, el caserío de Rapun y su iglesia románica.
Descubrimos el valle de la Fueva. Nunca nuestros pasos nos habían acercado por esos pagos y nos quedamos impresionados: tenemos que repetir. También visitamos ese mismo día el monasterio budista Dag Shang Kagyu en Panillo. El entorno parece sacado de esas fotos que traen los amigos o que vemos en los documentales de la 2: mástiles con banderas de oraciones que el viento mueve, estupas, algún Lama y un colorista monasterio. Y paz, mucha paz.
Hacia muchísimo tiempo que no parábamos en Graus y además de comer longaniza (faltaría mas) nos dimos una vuelta, aprovechando la silenciosa sobremesa, por sus calles. La plaza en proceso de rehabilitación esta quedando de maravilla.
Las fiestas de Biescas nos volvieron a reunir con los amigos. Días de charlas y risas, de trasnochar, de correr por culpa del toro de fuego (con quemazos incluidos) y de cambiar, porque no, el tipo de marcheta.
También ha habido tiempo para caminar, menos de lo que queríamos por culpa del tiempo, pero algo hemos hecho. Caminamos por la Ripera y Yenefrito buscando el Ibon de Catieras y por el valle del Aurin el Ibon de Bucuesa. También visitamos, por el lado francés, el puerto viejo de Sallent y el Petit Lurien donde pese al frio disfrutamos de la vista del Reino de Pombie. Desde la collata Zebollar, a vista de pájaro por encima de Torla, vimos los valles de Bujaruelo, Ordesa y el Ara. Los picos de Bacias y el Burrumpalo nos ofrecieron amplias panorámicas del Pirineo, en especial del Vigñemale, y de la cara sur de la sierra de la Partacua. Las ermitas de santa Orosia, envueltas en la niebla, nos ofrecieron –más bien recordaron- otra visión del Pirineo, esa que no implica ver “postales” para disfrutar con el camino.
En fin, ya nos queda menos para las siguientes…