03 julio 2007

Moncayada Veraniega

No recuerdo cuantos años hace que participe en mi ultima Moncayada de invierno con mis colegas del G. M. San Jorge. Recuerdo que siempre, invariablemente, el segundo domingo después de Reyes, hiciera el tiempo que hiciera nos subiamos el Moncayo y no precisamente por la ruta mas facil. Que tiempos!!

Hace un par de años, también en invierno, subiendo con mi hijo, la prudencia, el hielo y no llevar crampones, nos hizo abandonar muy cerca de la cima. Recordar, cuando subáis, al pasar el cartel de "zona peligrosa en invierno" (que os aseguro no esta puesto de adorno) que el Moncayo es una montaña orgullosa -un dios que ya no ampara- y no perdona.

Este fin de semana necesitábamos cambiar de aires, como dice el abuelo Labordeta: “….Hacia el oeste el Moncayo…"., así que con la cancioncilla en la mochila, chino chano, cambiamos la ruta habitual del norte y tiramos hacia el somontano del Moncayo.

Tras la parada habitual, y más que aconsejable, pero no apta para diabéticos, en la panadería de Vera del Moncayo y al poco de pasar el no menos aconsejable de visitar, Monasterio de Veruela, entramos en el Parque Natural de la Dehesa del Moncayo. Poco a poco y en medio del impresionante bosque, vamos ganando, todavía por carretera, altura hasta llegar al Santuario, final de la carretera (camino en regular estado en el ultimo tramo) y donde definitivamente nos calzamos las botas (aunque la romería de San Martín, -con la que hemos coincidido- casi nos quita la idea cuando vemos las viandas con las que los paisanos celebran el santo).

Al comenzar la senda, que esta balizada en amarillo/blanco como sendero de pequeño recorrido, una fresca fuente nos invita a tirar el agua que traemos y llenar las cantimploras. El camino no es duro, largos zigzag nos van subiendo desde los 1600 metros del punto de partida hasta el pozo de San Martín, antiguo circo glaciar. Aquí empieza la subida de verdad.


Sin prisa, pero sin pausa, vamos ganado el desnivel -700 metros- y casi sin darnos cuenta, entre charrada y resoplido, salimos a la loma cimera donde el cierzo nos recuerda que este es su territorio. Su cuna.


Sin más problemas, por la larga y ancha loma que une las varias cumbres ganamos en poco mas de hora y media la cima del Moncayo: 2315 metros.

La calima del valle del Ebro nos impide tener una buena vista. Hoy nos hemos perdido los pirineos. ¡Otra vez sera!

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